Se concentraban en acusar a Estados Unidos, al que identifican como el principal aliado y soporte del gobierno interino en Kiev, que asumió hace tres meses después del derrocamiento del presidente pro ruso Viktor Yanukovich y que hace sólo dos días se realizó elecciones presidenciales donde obtuvo el 54,33% el oligarca millonario Pior Poroshenko, conocido como el "rey del chocolate" por su empresa afin y fue ministro de Desarrollo Económico y Comercio durante el último mandato de Viktor Yanukovich.
Con su afán de complacer al éste y oeste a la vez, se ganó la desconfianza de muchos por sus promesas de resolver la delicada situación de la UE con Rusia, garantizar la lengua rusa y algunas garantías que pueda cumplir el magnate que llega al poder trás un golpe de Estado, auspiciado por protestas populares que clamaban contra la oligarquía popular dominante.
Una de las primeras promesas del presidente electo, el oligarca Prior Poroshenko, fue que lanzaría una ofensiva "rápida, corta y efectiva" contra las fuerzas separatistas, y en su primer día ésa ofensiva llegó un día después y dejó en la ciudad de Donetsk entre 36 y 100 muertos, el clima era tenso y según un investigador de la policía que estaban en el lugar, confiaron a la prensa que el número era mayor y ya superaba los 40 fallecidos.
Fueron varios aviones y helicópteros que participaron en el ataque en la operación de Donetsk, y el primer ministro Alexander Borodai informó que 50 civiles han muerto durante la acción militar de las tropas de Kiev en el este de Ucrania.
Según las declaraciones del piloto, tiene intención de usar todas las armas disponibles a bordo incluyendo cohetes pero voy hacer un ataque más pequeño, aclara en la grabación del video.
Mientras Rusia no responde a los pedidos de los gobiernos separatistas de enviar "tropas de paz" a la región, el presidente Vladimir Putin pidió que cesen los ataques en las regiones del sureste de Ucrania, y a comenzar un diálogo entre las autoridades de Kiev y los representantes regionales, según un comunicado del Kremlin.
A medida que el conflicto aumenta y las posiciones se polarizan, el gobierno ruso no deja contentos ni a Kiev, que pide interferir para desarmar a los rebeldes, ni a los separatistas, que piden ser reconocidos como un Estado independiente y los integre a la Federación Rusa como hizo con la península de Crimea hace apenas dos meses.
Las empresas no funcionaron y los trabajadores de las principales minas de cárbon que rodean la ciudad y el aeropuerto se declararon en huelga. Los mineros se negaron a trabajar hasta que terminen los enfrentamientos entre el ejército ucraniano y las fuerzas separatistas, que controlan la ciudad y parte de ésa provincia desde hace casi dos meses.
Trás la anexión de Crimea por parte de Rusia, las regiones orientales de Lugansk y Donetsk, de mayoría prorrusa, declararon su independencia y su interés en unirse a Moscú.
El conflicto tiene como telón de fondo lo que las autoridades ucranianas pro occidentales llaman "la guerra del gas" con Rusia.
Con la finalización de las relaciones amistosas entre Moscú y Kiev, el gigante ruso del gas Gazprom exige a Ucrania el pago de una deuda de más de 4000 millones de dólares, y amenazó a Kiev con cortar los suministros en los próximos días si no abona al menos el 50% de esa deuda. En Berlín se habrá una nueva reunión tripartita entre Kiev, Moscú y la Unión Europea para intentar solucionar la crisis.
La ciudad de Slaviansk, en Donetsk, se ha convertido desde hace semanas en el centro de los choques entre insurgentes prorusos y tropas del gobierno. La localidad de 120.000 habitantes, ubicada a 160 kilómetros de la frontera con Rusia, es escenario de fuertes combates y sus zonas residenciales a menudo han sido blanco del fuego de artillería, lo que obligó a buena parte de la población a dejar sus casas.
