googlef87c5bb6a5dde55a.html content='pX8WnVSvXsrSCE6ThXyzIIPFKBjDfIQaaLIdDsNIBzY=' ADNpressOnline: 2013-03-31

jueves, 4 de abril de 2013

El estilo de Francisco I , evangelizar con humildad


Los gobernantes cuando llegan al poder gozan de la llamada "luna de miel" de la euforia durante un periódo de 100 días, pero para el Papa Francisco I el periódo de gracia es muy corto y termina en la Pascua.
A solo 19 días de su elección para ocupar el trono de San Pedro el nuevo pontífice deberá comenzar a gobernar la Iglesia ante los ojos del mundo y ante Dios que lo seguirán sus fieles con extremada atención. 
El Papa en poco tiempo consiguió modificar la imágen de una Iglesia que venía agobiada por los escándalos, sobrecargada de arrogancia y con un discurso dogmático, corrupción, mal de estado financiero y blanqueo de dinero sucio, pedofilia y falta de todos los milagros pero que todo fue puesto entre paréntesis por la euforia que se apoderó en el mundo católico con la nueva elección.
 En verdad antes de tener un programa y de comenzar a ejercer, Francisco I cumplió un cometido imprevisto y sorprendió por el motivo para el cuál fue elegido: abrir las ventanas para que entre un aire fresco a la religión con su estilo humilde despojado del boato de la liturgia y que no llegó a disgustar a sus predecesores al renunciar a vivir en lujososapartamentos pontificios, desechó usar zapatos rojos y la cruz de oro papal.
Antes de su elección el cardenal Bergoglio anunciaba a sus pares la necesidad de romper con la Iglesia mundana que vive para sí misma y la necesidad de salir hacia la periferia donde se encuentra el mal, la pobreza, el sufrimiento y la injusticia, eran metas para buscar conseguir.
Así como su patrono de 700 años, San Francisco de Asís otro jesuita como él, sonó con una Iglesia pobre para los pobres, una vieja utopía que nunca renunció a los poderes y a sus riquezas debía volverse más espiritual.
Bergoglio fue elegido por su carisma y una definida personalidad para que realice elmandato de una profunda reforma que no solo dependerá de él sino también de su futuro secretario de Estado que reemplazará al cardenal Tarciso Bertone muy desacreditado en sus funciones después del escándalo anunciado por VatiLeaks.
Francisco ahora deberá encontrar un cardenal competente como irreprochable pararomper la imágen de una curia conservadora degradada, intrigante y aferrada a sus privilegios y clanes papales nada fáciles de desarticular para romper con décadas de monarquía pontificia, y que necesitará de grandes cambios para definir su propio poder.
Deberá hacer progresar el trabajo colegiado entre el Papa y los obispos y permitir abrir el camino hacia una nueva etapa del ecumenismo en dirección a unir las iglesias separadas (protestantes, ortodoxas y anglicana) que estuvieron rechazando sus principios de supremacía que se les atribuye a los pontífices romanos, ésta unificación sería un gran logro.
Tendrá Francisco la suficiente energía, voluntad y medios que le permita llevar la tarea adelante, que Juan Pablo II no consiguió por sus viajes, Benedito XVI que optó por sus estudios y escritos y ambos renunciaron desalentados por las interferencias internas, y ahora le toca a Francisco que viene del fin del Mundo pero no tiene compromisos con la curia romana.
Desde hace mucho tiempo tiene la propuesta de crear un "consejo de la corona" , un grupo restringido de obispos de todos los continentes que se reuniría regularmente con el Papa, y otra que cuenta con el apoyo de los reformistas para dar auténtico poder a la decisión de un "sínodo" de 200 obispos en asamblea como delegados del mundo que se reuniría cada dos años para debatir los temas urgentes.
En la actualidad el Sínodo es una cámara de anotaciones de los problemas solo consultivos en cumbres de aburrimiento y sus propuestas nunca son llevadas al conocimiento público y donde el Papa tiene la última palabra. 
El Sumo Pontífice deberá afrontar los problemas de crisis de las vocaciones religiosas, el discurso
moral sobre la anticoncepción, el divorcio, el aborto, la unión homosexual que aleja de la sociedad, la expectativa sobre el fin del celibato obligatorio de los sacerdotes, la situación de inferioridad de mujeres en la Iglesia y de las parejas divorciadas que vuelven a casar y cuya marginación es cada vez más resistida entre los católicos.
Ante tales resoluciones las primeras críticas comenzaron en su contra, casi todas de parte de sectores tradicionalistas del ala conservadora de la Iglesia Católica son pocos los que digieren los gestos de ruptura del Pontífice argentino.
El sitio Misa en Latín llama a Francisco "Papa piacione ", expresión que alude despectivamente a alguien que sonríe siempre y se lleva bien con todo el mundo, según destacó ayer en un artículo el Corriere della Sera.
Cuándo el padre Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, anunció hace una semana que el Papa se quedaría a vivir "por el momento" en la residencia de Santa Marta, el sitio Misa en Latín escribió con ironía: "Esperemos que no agregue su departamento del tercer piso del Palacio Apostólico a los Museos Vaticanos".
Francisco también fue muy criticado por novedades que tienen que ver con la liturgia, a partir de la "bendición silenciosa" que, por respeto de los no católicos y no creyentes, les impartió a los periodistas de todo el mundo que recibió en audiencia el 16 de marzo.
Causó espanto, además, cuándo les lavó los pies, el Jueves Santo, a dos musulmanes y a dos mujeres de la cárcel de menores de Casal del Marmo, de ésta capital con toda humildad jesuítica.
El sitio tradicionalista Rorate Coeli recordó que al lavado de pies sólo deben admitirse "hombres seleccionados", pero no mujeres ni musulmanes.
Tampoco cayó bien su histórica visita a Benedicto XVI, en Castel Gandolfo, que no tuviera que entrever algunos chismes y menos aún que el mismo Vaticano difundiera imágenes del encuentro entre un ex papa y el Papa, que causaron hasta temor a una Iglesia "bicéfala". Criticaron además, el hecho de que el Papa argentino no cante en las liturgias y por otra parte, siempre en sitios tradicionalistas lo acusaron de "populismo, pauperismo y demagogia".
Antes de morir el cardenal Carlo María Martini otro jesuita afirmaba: "Nuestra Iglesia tiene 200 años de atraso, y nuestra cultura envejeció, nuestos conventos están vacíos y nuestro sistema burocrático crece", y Francisco no puede ignorar ésto porque conoce el desorden económico y progreso científico y conoce los desafíos que representa la evolución en la relación entre hombres y mujeres, la bioética, la globalización, la ecología y el desarrollo en el futuro que tendrán que ser ya no en el secreto de los dicasterios vaticanos sino en el conjunto de las reflexiones colectivas.
Para todo ésto Francisco necesitará tiempo, meditación y de la fortaleza que pide cuándo dice "recen por mí".
Fuente: E.Pique + ADNpress