googlef87c5bb6a5dde55a.html content='pX8WnVSvXsrSCE6ThXyzIIPFKBjDfIQaaLIdDsNIBzY=' ADNpressOnline: "El cónclave cardinalicio una tradición de los tiempos"

miércoles, 13 de marzo de 2013

"El cónclave cardinalicio una tradición de los tiempos"

En un clima de suspenso intrigante después de febriles reuniones y consultas con intercambio de opinión, se abre el cónclave con los 115 cardenales que participarán ingresaron a la Capilla Sixtina de 500 años de antiguedad, escenario de las secretas votaciones que comenzarán a elegir al nuevo Papa, sucesor de Benedicto XVI. 
El Maestro de Ceremonias pronunció la frase "Extra Omnes" (todos fuera), y se dió comienzo al cónclave y los cardenales con derecho a voto (por tener menos de 80 años) juraron guardar silencio sobre las deliberaciones que mantendrán hasta elegir al sucesor. Vestidos con sus paramentos rojos y el birrete cardenalicio, los "príncipes de la Iglesia", procedentes de 51 países, atravesaron la Sala Regia para llegar a la Capilla Sixtina, entonando la letanía de los santos y un himno de invocación al Espíritu Santo. 
El espíritu del Renacimiento del siglo XVI puede sentirse en el recinto bajo el exuberante trabajo de Miguel Angel, que trabajó duramente durante cuatro años en un andamio especial antes de terminar los frescos del techo en 1512. Miguel Angel volvió a la capilla más de 20 años después para trabajar en el gran Juicio Final, que ornamenta el altar principal de la capilla. 

El muro de 160 m2 es un impresionante despliegue de santos flotando hacia el paraíso saludados por ángeles con trompetas mientras los condenados se desploman hacia las llamas del infierno, donde les esperan serpientes hambrientas. 
El artista fue acusado en su época de inmoralidad y obscenidad por pintar desnudos sensuales y torturados en una iglesia, cuándo se presentó el trabajo en 1541. Después de la muerte de Miguel Angel, se aprobó una ley para cubrir los genitales ofensivos con "paños de pudor", algunos de los cuáles siguen allí después de una restauración reciente. 
La capilla está iluminada por ventanales en ambos lados, tiene muros laterales decorados por Pietro Perugino, Sandro Botticelli y Domenico Ghirlandaio, cada uno famoso por derecho propio.
La capilla Sixtina se ha usado para celebrar el cónclave desde 1484, después de la muerte del hombre del cuál la iglesia toma su nombre, el "Papa Sixto IV", que ayudó a comenzar el renacimiento artístico del siguiente siglo reuniendo artistas a su alrededor y apoyando sus trabajos creativos. 
La primera vez que se usó éste término para una elección papal fue en un decreto del papa Gregorio X, en julio de 1274, que reglamentó el procedimiento. Más atrás en la historia después de la muerte de Clemente IV, el 29 de noviembre de 1268, en Viterbo una pequeña localidad a 75 kilómetros al norte de Roma, los cardenales se reunieron allí para elegir a su sucesor, pero comenzaron a pasar las semanas, incluso los años, sin que llegaran a un acuerdo. 
Los ciudadanos de Viterbo resolvieron entonces encerrar a los electores pontificios dentro del palacio hasta que cumplieran con su obligación y tapiaron las puertas, ventanas y demás entradas, dejando sólo un agujero para hacerles llegar la comida y les fueron reduciendo las raciones para inducirlos como un calvario. Después de dos años, nueve meses y tres días como el cónclave más largo de la historia, el 1° de septiembre de 1271, los cardenales nombraron a una comisión de seis purpurados, que eligió a Teobaldo Visconti que no era cardenal, ni obispo ni sacerdote, era archidiácono de Lyon y pasó a llamarse Gregorio X. Fue él quién, en 1274, hizo aprobar la constitución Ubi Periculum, con rígidas normas para evitar que las elecciones papales se eternizaran, así se regulaba la dieta de los electores en una progresión de austeridad: a los tres días sin resultado, establecía que se les sirviera a los cardenales sólo un plato de comida por día por cinco días, para reducir finalmente todo a una dieta de pan y agua. A los electores se les limitaba la posibilidad de consultar o enviar misivas con el exterior y se les prohibía la posibilidad de algunas maniobras financieras privadas, según recuerda el historiador del cristianismo Alberto Melloni en su libro "El cónclave, historia de la elección del papa". 
El cónclave más tumultuoso fue en el siglo XIV que terminó desencadenando el Gran Cisma de Occidente, después de un violento asalto popular al Palacio Apostólico el 8 de abril de 1378, donde fue elegido el papa Urbano VI, el cuál se mostró como reformador y antifrancés por lo que a los pocos meses los cardenales declararon inválida su elección, con el argumento de que la votación no había sido libre, y eligieron en su lugar a Clemente VII. Tras 40 años de Cisma, con papas y antipapas, el entuerto se arregló en un tercer cónclave en 1417, con reglas específicas sólo para la ocasión, y del que salió elegido Martín V. 
El cónclave más corto de los últimos 300 años duró menos de 24 horas y eligió al cardenal Eugenio Pacelli, Pío XII, en 1939, y con la misma rapidez tuvo la elección en 1978 de Albino Luciani, Juan Pablo I, trás un encierro de 36 horas, su pontificado duró sólo 33 días. 
En octubre del mismo año, su sucesor fue Juan Pablo II, el papa venido del Este, y entonces los electores se alojaron en claustrofóbicas celdas del Palacio Apostólico, a veces compartidas, con ventanas selladas y baños comunes que tuvieron que soportar el calor como si estuvieran en un sauna. Juan Pablo II quiso corregir tanta incomodidad y construyó la Domus Santa Marta, el hotel dentro del Vaticano donde los electores se alojaron en 2005 y la casa Santa Marta fue inaugurada en 1996, poco antes de que Juan Pablo II promulgara la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, que actualizó las normas electorales suprimiendo la elección papal por aclamación y por compromiso, que de hecho no se utilizaban desde hacía siglos, y además puso por escrito que el cónclave debe celebrarse en la Capilla Sixtina, donde la imponencia del fresco Juicio Final de Miguel Ángel permita recordar la dimensión religiosa del acto eleccionario que será juzgado por Dios. 
La mayoría de los cónclaves del siglo XIX se celebraron en el palacio del Quirinal, sede de la presidencia de Italia y ex residencia de verano de los papas, o en la ciudad donde había muerto el papa anterior. 
Fuente La Nación
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